He escuchado miles de veces decir “Deberías buscarte una novia” “Ya es hora de que tengas familia” “No puedes seguir con tu vida de soltero eternamente” “Necesitas una pareja estable” pero… sinceramente eso no es para mí.
Digo, habiendo tantas mujeres hermosas ¿Por qué conformarse solo con una? Soy hombre de gustos variados, y sin alardear me atrevo a decir que he perdido ya la cuenta de todas con quienes he estado, pelirrojas, morenas, rubias, mayores o menores que yo.
Cada una ha tenido algo que me enloquece, que me hace desearla, que me calienta cada centímetro de la piel y desata ese instinto animal que me domina, esa bestia que quiere hacerlas mías satisfaciendo mis más oscuras fantasías.
¿Exclusividad? No gracias, yo soy de ellas y todas ellas son mías, no hay compromisos ni ataduras… lo mejor de todo es que nunca he tenido que perseguir a ninguna, yo no soy quien las busca o corteja, ellas solitas llegan a mí y en cada momento las cuido, mi padre siempre dijo “Hay que ser un caballero con las mujeres, tratarlas como reinas”.
Siempre les hablo de manera dulce, curo todas sus heridas, las baño, peino sus cabellos y les ayudo a vestirse, incluso me ocupo de su maquillaje para que se pongan lindas para mí, después las recuesto sobre la mesa y solo ahí me dispongo a hacerlas mías… con mis manos acariciando cada parte de su ser, besando los rincones más ocultos de sus cuerpos, olfateando ese olor a mujer, dejándonos llevar en ese océano de lujuria y deseo que nos domina… y sé que al igual que yo ellas lo disfrutan, aunque no puedan formular ninguna palabra, ni mirarme a los ojos o regalarme una caricia, a pesar de la rigidez de sus cuerpos… a pesar de que al otro día tenga que despedirme de ellas y entregárselas a sus familiares para ser enterradas, por una noche, todas… todas… son mías…
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