Refiere esta Leyenda de origen brasileño, que en cierta ocasión en el estado de Para en Marhanhao, habían transcurrido varias noches en que la población salía huyendo a refugiarse en sus casas ante el extraño fenómeno que asolaba a su comunidad, pues al ponerse el Sol, una misteriosa bola de fuego aparecía desde los aires recorriendo las calles del poblado, saltando de puerta en puerta como si buscara algo. Nadie se atrevía a salir de su casa ante el temor del daño inminente que implicaría enfrentar de cara a esta misteriosa esfera encendida.
La población se encontraba confundida y en constante estado de pánico, nadie sabía exactamente que era lo que ocurría, para algunos ésta era sin duda una maldición que asolaba a la comunidad y los poblados aledaños, para otros se trataba de un ser perverso que se ocultaba entre ellos y que por las noches salía para cazar y devorar a aquel que se le pusiera enfrente, sea cual fuere el caso, la gente desesperada, acudió al cura de la iglesia de la comunidad para pedirle que intercediera por ellos y que hiciera frente al misterioso fenómeno.
Así pues, armándose de valor el clérigo, con un puñado de voluntarios que accedió a acompañarle, decidió pasar la noche en vela a las afueras de su parroquia para poder observar a la misteriosa bola de fuego y de ser posible capturar o destruir a la misma.
La noche comenzó a extender su manto por la región, la gente se apresuraba a llegar a sus casas para resguardarse, hasta que finalmente las calles quedaron completamente vacías. Las horas transcurrían en un silencio absoluto y abrumador. Al dar las doce de la noche en punto, el sacerdote y su gente contemplaron estupefactos una esfera luminosa que emitía radiantes destellos pasar de largo a gran velocidad para perderse finalmente justo a las afueras del pueblo.
Ante esta situación y tras discutir con sus hombres el cura decidió que a la noche siguiente volverían a velar, poniendo en esta ocasión más atención para encontrar una respuesta al terrorífico misterio que asolaba a su comunidad.
A la noche siguiente el sacerdote y sus hombres tomaron posiciones específicas, poniendo especial atención a la dirección de donde observaron la esfera la noche anterior. Las horas transcurrieron entre el silencio y una tensión palpable. finalmente al dar las doce en punto, alcanzaron a vislumbrar que aquella bola de fuego salía de una pequeña casa humilde ubicada a las orillas del pueblo.
El cura y su sequito partieron inmediatamente hacia aquella casa. Al llegar a la misma la reconocieron como la morada de una joven y hermosa mujer que era repudiada por sus vecinos, por ser el producto de la infidelidad entre un hombre casado y su amante; de hecho había quién decía que esa casa estaba maldita y era habitada por un demonio.
Como pudieron aquellos hombres alcanzaron la ventana, que se encontraba en un segundo piso, de donde habían visto salir volando aquella bola de fuego. Al entrar se percataron que aquella habitación correspondía a los aposentos de la joven que allí vivía, la miraron recostada en su cama, parecía dormir plácidamente, así que al entrar a la habitación el cura se acercó para despertarla, no obstante al cercarse lo suficiente y a la luz de las antorchas que llevaban sus hombres se percató con horror que al cuerpo le faltaba la cabeza, que parecía haber sido arrancada de cuajo. Fue en ese momento y ante el fuerte impacto que comprendió todo, la esfera de fuego no era otra cosa que el cráneo de la mujer que estaba maldita por el pecado de sus progenitores y por eso es que el mismo ardía en llamas.
A la mañana siguiente la joven despertó sin saber que estaba ocurriendo, sin saber porque el cura y sus hombres se encontraban en su habitación; no comprendía porque la miraban con recelo; al contemplarla el clérigo se percató de que su cabeza había vuelto a la normalidad, sin embargo esto no fue suficiente para evitar que aquella desdichada fuera expulsada del pueblo y su casa destruída.
No obstante, esto no fue suficiente para terminar con aquella pesadilla, pues se dice que la esfera de fuego todavía recorre la región en señal de venganza.
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