Cuando el Sol comienza a ocultarse en el horizonte y las aves trepan a los árboles para dormir, si es que andas por los caminos rurales del Estado de Jalisco, apresura el paso para ponerte bajo resguardo, ya que corres el riesgo inminente de encontrarte con el temible espectro conocido como el Charro Negro, el cobrador del diablo, siempre dispuesto a arrastrar tu alma al infierno.
La leyenda cuenta que este temible espectro antes fue un hombre común, de pequeño vivía en el seno de una familia humilde, no obstante y a pesar de las carencias materiales, sus padres se volcaron siempre por intentar dar a su hijo, a pesar de sus limitaciones, lo mejor que le podían ofrecer. No obstante lo recibido nunca fue suficiente para satisfacer sus ambiciones; ya que lo que más detestaba era su condición humilde.
Ya convertido en hombre, el Charro Negro, prefería gastar el poco dinero que ganaba en lujosos ajuares, aunque ello implicara dejar de comer. A la muerte de sus padres y habiendo sido hijo único, sin ninguna familia que lo cuestionara, aquél hombre, se dio a la tarea de buscar al diablo; nadie sabe como ocurrió, pero de después de varios intentos lo consiguió, llegando a un acuerdo con el amo del infierno, el diablo le daría las riquezas que tanto anhelaba a cambio de su alma, aceptando el Charro Negro el trato sin dudar.
A los pocos días del peculiar encuentro las condiciones de vida del Charro Negro comenzaron a cambiar, pronto amasaría una riqueza tan grande que podría vivir dos vidas de lujo y derroche sin acabarse la misma. Compró una gran hacienda, un brioso caballo y un lujoso atuendo de charro en color negro, mismo que usaría comúnmente y que le daría el mote con el cuál se le conoce actualmente.
Con el pasar del tiempo, después de haber despilfarrado grandes cantidades de dinero en el juego, de celebrar grandes fiestas y rodearse de todo tipo de mujeres hermosas y personajes de abolengo, el Charro Negro se dio cuenta de lo infeliz que era. Estaba rodeado de todo el lujo que siempre había soñado, pero se encontraba completamente solo, todos aquellos que lo rodeaban, que se acercaban a él lo seguían únicamente por su riqueza, nadie lo apreciaba por quién era, la servidumbre le temía y aquellos que se hacían llamar sus amigos estaban cerca por interés.
Al paso de algunos años, en una ocasión, recibió por la noche en su hacienda una visita muy peculiar, era el mismo diablo que venía a decirle que el tiempo de pagar su deuda estaba próximo, por lo que le otorgaba la cortesía de visitarlo para que pusiera sus asuntos en orden. Sin embargo tras aquella visita el Charro Negro no pudo conciliar el sueño carcomido por un miedo inmenso, llevando la cuenta exacta de los días que faltaban para entregar su alma, ordenando a sus sirvientes a poner cruces por toda la hacienda. Finalmente y a escasos días de otorgar la prenda ofrecida en pago al señor de los infiernos llamó a uno de sus criados y le dijo que partiría lejos sin especificar a donde, tomó una bolsa llena de monedas de oro, que suponía le sería suficiente para continuar con su vida y partió al caer la noche.
No obstante el diablo, previsor de la situación, ya sabía de la intención del Charro Negro de faltar a su palabra, así que se le apareció repentinamente en el camino, reclamando el pago de su acuerdo, el caballo del Charro Negro encabritado arremetió contra el diablo sin éxito, mientras que su amo pasaba por una angustia terrible al ver como la carne de sus brazos, de sus piernas, de todo su cuerpo comenzaba a secarse hasta desaparecer, dejando al final únicamente un esqueleto blanquecino cubierto por un atuendo negro de charro.
El diablo hablo por última vez diciéndole al Charro Negro, "veo que tu bestia te es fiel y por eso maldita igual que tú y condenada a acompañarte en tu viaje al infierno, sin embargo harás algo por mí, le cobrarás a mis deudores. Si haces bien tu trabajo dejaré que el hombre que acepte esa bolsa de monedas de oro que traes, tome tu lugar".
Desde entonces el Charro Negro es sometido a terribles suplicios en el infierno y únicamente sale de ahí para cobrar las deudas del diablo, con la esperanza de encontrar a alguien dispuesto a aceptar esa bolsa de monedas para que tome su lugar y poder descansar en paz.
Comentarios
Publicar un comentario