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Mostrando las entradas de septiembre, 2022

Ella- Vicente Huidobro

 Ella daba dos pasos hacia adelante Daba dos pasos hacia atrás El primer paso decía buenos días señor El segundo paso decía buenos días señora Y los otros decían cómo está la familia Hoy es un día hermoso como una paloma en el cielo Ella llevaba una camisa ardiente Ella tenía ojos de adormecedora de mares Ella había escondido un sueño en un armario oscuro Ella había encontrado un muerto en medio de su cabeza Cuando ella llegaba dejaba una parte más hermosa muy lejos Cuando ella se iba algo se formaba en el horizonte para esperarla Sus miradas estaban heridas y sangraban sobre la colina Tenía los senos abiertos y cantaba las tinieblas de su edad Era hermosa como un cielo bajo una paloma Tenía una boca de acero Y una bandera mortal dibujada entre los labios Reía como el mar que siente carbones en su vientre Como el mar cuando la luna se mira ahogarse Como el mar que ha mordido todas las playas El mar que desborda y cae en el vacío en los tiempos de abundancia Cuando las estrellas arr...

Caminemos para el cielo- Santa Teresa

La pobreza es el camino el mismo por donde vino nuestro Emperador al suelo, hijos del Carmelo. Caminemos, caminemos, Caminemos para el cielo Hijos del Carmelo Caminemos caminemos para el cielo No dejar de nos amar nuestro Dios y nos llamar, sigámosle sin recelo, hijos del Carmelo. Vámonos a enriquecer a donde nunca ha de haber pobreza ni desconsuelo, hijos del Carmelo. Hermanos, si así lo hacemos los contrarios venceremos y a la fin descansaremos con el que hizo tierra y cielo, hijos del Carmelo. 

Alma, buscarte has en Mí- Santa Teresa

 Alma, buscarte has en Mí, y a Mí buscarme has en ti. De tal suerte pudo amor, alma, en mí te retratar, que ningún sabio pintor supiera con tal primor tal imagen estampar. Fuiste por amor criada hermosa, bella, y así en mis entrañas pintada, si te perdieres, mi amada, Alma, buscarte has en mí. Que yo sé que te hallarás en mi pecho retratada, y tan al vivo sacada, que si te ves te holgarás, viéndote tan bien pintada. Y si acaso no supieres dónde me hallarás a Mí, No andes de aquí para allí, sino, si hallarme quisieres, a mí buscarme has en ti. Porque tú eres mi aposento, eres mi casa y morada, y así llamo en cualquier tiempo, si hallo en tu pensamiento estar la puerta cerrada. Fuera de ti no hay buscarme, porque para hallarme a mí, bastará sólo llamarme, que a ti iré sin tardarme y a mí buscarme has en ti.

LA LEYENDA DEL SILBON

Al caer la noche en la región de Guanarito en Venezuela, la gente toma sus precauciones y procura ponerse bajo resguardo ante el temor de toparse con la espectral figura de un joven condenado por haber cometido un crimen que jamás debió ocurrir. Como suele suceder con la mayoría de la Leyendas está tiene dos vertientes que desembocan en el mismo cruel destino. La prime versión nos cuenta la historia de un joven casado, que al llegar a casa descubre a su padre golpeando a su mujer, por lo que al cuestionar molesto a éste, el padre solo se limita a decir que joven esposa lo tenía merecido, hecho que desata la ira del joven que arremete contra  su padre golpeándolo férreamente llegando al extremo de estrangularlo con sus manos despojándolo de la vida. Por otra parte la versión más popular cuenta la historia de un joven terco y maleducado que una noche le dijo a su madre que quería ciervo para cenar, por lo que la mujer le dijo que acompañara a su padre para cazarlo; tras una...

Te ofrezco- Paul Verlaine

Te ofrezco entre racimos, verdes gajos y rosas, Mi corazón ingenuo que a tu bondad se humilla; No quieran destrozarlo tus manos cariñosas, Tus ojos regocije mi dádiva sencilla. En el jardín umbroso mi cuerpo fatigado Las auras matinales cubrieron de rocío; Como en la paz de un sueño se deslice a tu lado El fugitivo instante que reposar ansío. Cuando en mis sienes calme la divina tormenta, Reclinaré, jugando con tus bucles espesos, Sobre tu núbil seno mi frente soñolienta, Sonora con el ritmo de tus últimos besos. 

Mi sueño- Paul Verlaine

 Sueño a menudo el sueño sencillo y penetrante de una mujer ignota que adoro y que me adora, que, siendo igual, es siempre distinta a cada hora y que las huellas sigue de mi existencia errante. Se vuelve transparente mi corazón sangrante para ella, que comprende lo que mi mente añora; ella me enjuga el llanto del alma cuando llora y lo perdona todo con su sonrisa amante. ¿Es morena ardorosa? ¿Frágil rubia? Lo ignoro. ¿Su nombre? Lo imagino por lo blando y sonoro, el de virgen de aquellas que adorando murieron. Como el de las estatuas es su mirar de suave y tienen los acordes de su voz, lenta y grave, un eco de las voces queridas que se fueron…

En el balcón- Paul Verlaine

 En el balcón las amigas miraban ambas como huían las golondrinas Una pálida sus cabellos negros como el azabache, la otra rubia Y sonrosada, su vestido ligero, pálido de desgastado amarillo Vagamente serpenteaban las nubes en el cielo Y todos los días, ambas con languideces de asfódelos Mientras que al cielo se le ensamblaba la luna suave y redonda Saboreaban a grandes bocanadas la emoción profunda De la tarde y la felicidad triste de los corazones fieles Tales sus acuciantes brazos, húmedos, sus talles flexibles Extraña pareja que arranca la piedad de otras parejas De tal modo en el balcón soñaban las jóvenes mujeres Tras ellas al fondo de la habitación rica y sombría Enfática como un trono de melodramas Y llena de perfumes la cama vencida se abría entre las sombras

Al poeta Pedro Soto de Rojas- Luis de Góngora

 Poco después que su cristal dilata, Orla el Dauro los márgenes de un Soto, Cuyas plantas Genil besa devoto, Genil, que de las nieves se desata. Sus corrientes por él cada cual trata Las escuche el Antípoda remoto, Y el culto seno de sus minas roto, Oro al Dauro le preste, al Genil plata. Él, pues, de rojas flores coronado, Nobles en nuestra España por ser Rojas, Como bellas al mundo por ser flores, Con rayos dulces mil de Sol templado Al mirto peina, y al laurel las hojas, Monte de musas ya, jardín de amores.

A los celos- Luis de Góngora

 ¡Oh niebla del estado más sereno, Furia infernal, serpiente mal nacida! ¡Oh ponzoñosa víbora escondida De verde prado en oloroso seno! ¡Oh entre el néctar de Amor mortal veneno, Que en vaso de cristal quitas la vida! ¡Oh espada sobre mí de un pelo asida, De la amorosa espuela duro freno! ¡Oh celo, del favor verdugo eterno!, Vuélvete al lugar triste donde estabas, O al reino (si allá cabes) del espanto; Mas no cabrás allá, que pues ha tanto Que comes de ti mesmo y no te acabas, Mayor debes de ser que el mismo infierno.

Las conchas- Paul Verlaine

 Cada concha incrustada En la gruta donde nos amamos, Tiene su particularidad. Una tiene la púrpura de nuestras almas, Hurtada a la sangre de nuestros corazones, Cuando yo ardo y tú te inflamas; Esa otra simula tus languideces Y tu palidez cuando, cansada, Me reprochas mis ojos burlones; Esa de ahí imita la gracia De tu oreja, y aquella otra Tu rosada nuca, corta y gruesa; Pero una, entre todas, es la que me turba.

Yo soy un hombre sincero- José Martí

 Yo soy un hombre sincero De donde crece la palma, Y antes de morirme quiero Echar mis versos del alma. Yo vengo de todas partes, Y hacia todas partes voy: Arte soy entre las artes, En los montes, monte soy. Yo sé los nombres extraños De las yerbas y las flores, Y de mortales engaños, Y de sublimes dolores. Yo he visto en la noche oscura Llover sobre mi cabeza Los rayos de lumbre pura De la divina belleza. Alas nacer vi en los hombros De las mujeres hermosas: Y salir de los escombros, Volando las mariposas. He visto vivir a un hombre Con el puñal al costado, Sin decir jamás el nombre De aquella que lo ha matado. Rápida, como un reflejo, Dos veces vi el alma, dos: Cuando murió el pobre viejo, Cuando ella me dijo adiós. Temblé una vez -en la reja, A la entrada de la viña,- Cuando la bárbara abeja Picó en la frente a mi niña. Gocé una vez, de tal suerte Que gocé cual nunca: -cuando La sentencia de mi muerte Leyó el alcaide llorando. Oigo un suspiro, a través De las tierras y la mar, Y...

En ti pensaba, en tus cabellos- José Martí

En ti pensaba, en tus cabellos que el mundo de la sombra envidiaría, y puse un punto de mi vida en ellos y quise yo soñar que tú eras mía. Ando yo por la tierra con los ojos alzados -¡oh, mi afán!- a tanta altura que en ira altiva o míseros sonrojos encendiólos la humana criatura. Vivir: -Saber morir; así me aqueja este infausto buscar, este bien fiero, y todo el Ser en mi alma se refleja, y buscando sin fe, de fe me muero.

16 de septiembre- Salvador Pliego

 Todas las campanas, todas levantadas, como mil trompetas, como mil gargantas, como mil estrellas en la voz despierta, todas juntas, todas, en un grito ardido, en una torreta de almas, agitando todas, todas las campanas. Como un mar de ellas, bajo un sol de hierba, sobre el surco en casa, en la hacienda y plaza. ¡Todas las campanas! ¡Todas, todas ellas, suenen la batalla! Como mil cenzontles, como mil gorriones, como mil soldados en los litorales, como mil guerreros desde los maizales, como mil timbales para las señales. ¡Toquen, toquen, toquen, todas las campanas! ¡Todas las que agiten! ¡Todas, todas ellas! Que la mar les oiga, que el maíz les prenda, que del campo nazcan todas acuerpadas, cada una de ellas azuzando brasas. ¡Todas las campanas! ¡Todas, todas ellas! Juntas como hebras, como fibras todas, como mil amarras de metal forjadas. Que la tierra hierva, que la tierra aclame, que la tierra nombre: ¡todas, todas, todas, todas las campanas! ¡Todas juntas ellas! ¡Todas como fie...

El enamorado- Jorge Luis Borges

 Lunas, marfiles, instrumentos, rosas, lámparas y la línea de Durero, las nueve cifras y el cambiante cero, debo fingir que existen esas cosas. Debo fingir que en el pasado fueron Persépolis y Roma y que una arena sutil midió la suerte de la almena que los siglos de hierro deshicieron. Debo fingir las armas y la pira de la epopeya y los pesados mares que roen de la tierra los pilares. Debo fingir que hay otros. Es mentira. Sólo tú eres. Tú, mi desventura y mi ventura, inagotable y pura.

Por siempre- Mario Benedetti

 Si la esmeralda se opacara, si el oro perdiera su color, entonces, se acabaría nuestro amor. Si el sol no calentara, si la luna no existiera, entonces, no tendría sentido vivir en esta tierra como tampoco tendría sentido vivir sin mi vida, la mujer de mis sueños, la que me da la alegría… Si el mundo no girara o el tiempo no existiese, entonces, jamás moriría Jamás morirías tampoco nuestro amor… pero el tiempo no es necesario nuestro amor es eterno no necesitamos del sol de la luna o los astros para seguir amándonos… Si la vida fuera otra y la muerte llegase entonces, te amaría hoy, mañana… por siempre… todavía.

Corazón coraza- Mario Benedetti

 Porque te tengo y no porque te pienso porque la noche está de ojos abiertos porque la noche pasa y digo amor porque has venido a recoger tu imagen y eres mejor que todas tus imágenes porque eres linda desde el pie hasta el alma porque eres buena desde el alma a mí porque te escondes dulce en el orgullo pequeña y dulce corazón coraza porque eres mía porque no eres mía porque te miro y muero y peor que muero si no te miro amor si no te miro porque tú siempre existes dondequiera pero existes mejor donde te quiero porque tu boca es sangre y tienes frío tengo que amarte amor tengo que amarte aunque esta herida duela como dos aunque te busque y no te encuentre y aunque la noche pase y yo te tenga y no.

Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros- Rosalía de Castro

Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros, ni el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros, lo dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso de mí murmuran y exclaman: Ahí va la loca soñando con la eterna primavera de la vida y de los campos, y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos, y ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado. -Hay canas en mi cabeza, hay en los prados escarcha, mas yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula, con la eterna primavera de mi vida que se apaga y la perenne frescura de los campos y las almas, aunque los unos se agostan y aunque las otras se abrasan. Astros y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños, sin ellos, ¿cómo admiraros ni cómo vivir sin ellos? 

Busca y anhela el sosiego- Rosalía de Castro

 Busca y anhela el sosiego… mas… ¿quién le sosegará? Con lo que sueña despierto, dormido vuelve a soñar. Que hoy como ayer, y mañana cual hoy, en su eterno afán, de hallar el bien que ambiciona -cuando sólo encuentra el mal-, siempre a soñar condenado, nunca puede sosegar.

Hora tras hora, día tras día

Hora tras hora, día tras día, entre el cielo y la tierra que quedan eternos vigías, como torrente que se despeña, pasa la vida. Devolvedle a la flor su perfume después de marchita; de las ondas que besan la playa y que una tras otra besándola expiran. Recoged los rumores, las quejas, y en planchas de bronce grabad su armonía. Tiempos que fueron, llantos y risas, negros tormentos, dulces mentiras, ¡ay!, ¿en dónde su rastro dejaron, en dónde, alma mía? Sed de amores tenía Sed de amores tenía, y dejaste que la apagase en tu boca, ¡piadosa samaritana! Y te encontraste sin honra, ignorando que hay labios que secan y que manchan cuanto tocan. ¡Lo ignorabas…, y ahora lo sabes! Pero yo sé también, pecadora compasiva, porque a veces hay compasiones traidoras, que si el sediento volviese a implorar misericordia, su sed de nuevo apagaras, samaritana piadosa. No volverá te lo juro; desde que una fuente enlodan con su pico esas aves de paso, se van a beber a otra. 

Después del amor- Vicente Aleixandre

 Tendida tú aquí, en la penumbra del cuarto, como el silencio que queda después del amor, yo asciendo levemente desde el fondo de mi reposo hasta tus bordes, tenues, apagados, que dulces existen. Y con mi mano repaso las lindes delicadas de tu vivir retraído. Y siento la musical, callada verdad de tu cuerpo, que hace un instante, en desorden, como lumbre cantaba. El reposo consiente a la masa que perdió por el amor su forma continua, para despegar hacia arriba con la voraz irregularidad de la llama, convertirse otra vez en el cuerpo veraz que en sus límites se rehace. Tocando esos bordes, sedosos, indemnes, tibios, delicadamente desnudos, se sabe que la amada persiste en su vida. Momentánea destrucción el amor, combustión que amenaza al puro ser que amamos, al que nuestro fuego vulnera, sólo cuando desprendidos de sus lumbres deshechas la miramos, reconocemos perfecta, cuajada, reciente la vida, la silenciosa y cálida vida que desde su dulce exterioridad nos llamaba. He aquí el per...

Se querían- Vicente Aleixandre

 Se querían. Sufrían por la luz, labios azules en la madrugada, labios saliendo de la noche dura, labios partidos, sangre, ¿sangre dónde? Se querían en un lecho navío, mitad noche, mitad luz. Se querían como las flores a las espinas hondas, a esa amorosa gema del amarillo nuevo, cuando los rostros giran melancólicamente, giralunas que brillan recibiendo aquel beso. Se querían de noche, cuando los perros hondos laten bajo la tierra y los valles se estiran como lomos arcaicos que se sienten repasados: caricia, seda, mano, luna que llega y toca. Se querían de amor entre la madrugada, entre las duras piedras cerradas de la noche, duras como los cuerpos helados por las horas, duras como los besos de diente a diente sólo. Se querían de día, playa que va creciendo, ondas que por los pies acarician los muslos, cuerpos que se levantan de la tierra y flotando… se querían de día, sobre el mar, bajo el cielo. Mediodía perfecto, se querían tan íntimos, mar altísimo y joven, intimidad extensa, s...

Mano Entregada- Vicente Aleixandre

 Pero otro día toco tu mano. Mano tibia… Tu delicada mano silente. A veces cierro mis ojos y toco leve tu mano, leve toque que comprueba su forma, que tienta su estructura, sintiendo bajo la piel alada el duro hueso insobornable, el triste hueso adonde no llega nunca el amor. Oh carne dulce, que sí empapa del amor hermoso. Es por la piel secreta, secretamente abierta, invisiblemente entreabierta, por donde el calor tibio propaga su voz, su afán dulce; por donde mi voz penetra hasta tus venas tibias, para rodar por ellas en tu escondida sangre, como otra sangre que sonara oscura, que dulcemente oscura te besara por dentro, recorriendo despacio como sonido puro ese cuerpo que resuena mío, mío poblado de mis voces profundas ¡oh resonado cuerpo de mi amor!, ¡oh poseído cuerpo!, ¡oh cuerpo sólo sonido de mi voz poseyéndole! Por eso, cuando acaricio tu mano, sé que sólo el hueso rehúsa mi amor -el nunca incandescente hueso del hombre-. Y que una zona triste de tu ser se rehúsa, mientras ...

Medusa

 Siendo una de las principales protagonistas y una de las más reconocidas bestias de la mitología griega, Medusa es para muchos una de las más letales y fantástica guerrera. Siendo una mujer maldita por Atenea y con la habilidad de convertir con la mirada en piedra a todo aquel que la mire , Medusa es la única Gorgona mortal que resulta difícil de matar o eso se pensaba hasta la llegada de Perseo y las armas divinas. Las tres Gorgonas eran hermosas mujeres hijas de Ceto, que pese hacer una bestia marina había engendrado tres hijas que eran bellas. Sin embargo la más hermosa se vería envuelta en una desagradable situación, ya que está sería violada por Poseídon tras su belleza y su cercanía con Ceto, tras este acto Atenea molesta y pensando que la Gorgona había buscado a Poseídon para hacerlo parte de su vida, la maldijo cambiando su hermosa cabellera por nidos de serpientes y su piel por escamas. Sin embargo esto también afecto a sus hermanas que quedaron de la misma forma, pero el...

Al cielo- Vicente Aleixandre

 El puro azul ennoblece mi corazón. Sólo tú, ámbito altísimo inaccesible a mis labios, das paz y calma plenas al agitado corazón con que estos años vivo. Reciente la historia de mi juventud, alegre todavía y dolorosa ya, mi sangre se agita, recorre su cárcel y, roja de oscura hermosura, asalta el muro débil del pecho, pidiendo tu vista, cielo feliz que en la mañana rutilas, que asciendes entero y majestuoso presides mi frente clara, donde mis ojos te besan. Luego declinas, ¡oh sereno, oh puro don de la altura!, cielo intocable que siempre me pides, sin cansancio, mis besos, como de cada mortal, virginal, solicitas. Sólo por ti mi frente pervive al sucio embate de la sangre. Interiormente combatido de la presencia dolorida y feroz, recuerdo impío de tanto amor y de tanta belleza, una larga espada tendida como sangre recorre mis venas, y sólo tú, cielo agreste, intocado, das calma a este acero sin tregua que me yergue en el mundo. Baja, baja dulce para mí y da paz a mi vida. Hazte bl...